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Capítulo 8: El bebé cerdito
"Alicia" Para niños
Cuento infantil
Escrito por: Lewis Carroll
¿TE gustaría que te cuente la visita de Alicia a la Duquesa? Puedes creerme que fue una visita de lo más importante.
Naturalmente, Alicia empezó por llamar a la puerta: pero no apareció nadie, y tuvo que abrirla ella misma.
Ahora, si miras el dibujo, verás exáctamente lo mismo que vio Alicia al entrar.
La puerta conducía directamente a la cocina. La Duquesa estaba sentada en el centro de la habitación, cuidando al Bebé. El Bebé berreaba. La sopa hervía. La Cocinera estaba removiendo la sopa. El Gato --era un Gato de Cheshire-- sonreía, como lo hacen siempre los gatos de Cheshire. Todas estas cosas estaban ocurriendo en el momento en que Alicia entró.
La Duquesa tiene un sombrero y un vestido muy bonitos ¿verdad? Pero me parece que la cara ya no la tiene tan bonita.
El Bebé --bueno, seguro que has visto varios bebés más guapos que éste; y con mejor genio, también. Sin embargo, fíjate bien en él, ¡y veremos si le reconoces la próxima vez que te reúnas con él!
La Cocinera, bueno, a lo mejor has visto cocineras más simpáticas que ésta, quizá una o dos.
¡Pero estoy casi seguro de que nunca has visto un Gato mejor que éste! ¿A que no? ¿A que te gustaría tener un Gato igualito que éste, con esos preciosos ojos verdes y esa sonrisa tan dulce?
La Duquesa estuvo muy grosera con Alicia. No es nada extraño. Incluso llamaba «¡Cerdo!» a su propio Bebé. Y no era un Cerdo ¿verdad? La Duquesa ordenó a la Cocinera que le cortara la cabeza a Alicia, aunque naturalmente la Cocinera no le hizo caso; ¡y para terminar le tiró el Bebé a Alicia! Así que Alicia cogió el Bebé y se marchó con él, y a mí me parece que hizo muy bien.
De manera que Alicia echó a andar por el bosque, llevando consigo a aquel niño tan feo. Y buen trabajo que daba aguantarlo en brazos, porque no hacía más que moverse. Pero por fin descubrió cómo sujetarlo bien: había que agarrarlo muy fuerte del pie izquierdo y la oreja derecha.
¡Pero tú no sujetes nunca a un Bebé de esa manera! ¡Son muy pocos los que prefieren ser tratados así!
Bueno, el caso es que el Bebé seguía gruñendo y gruñendo, y Alicia tuvo que decirle, muy seriamente, «Mira, rico, si te vas a convertir en un cerdo, no quiero saber más de ti. ¡Así que ten cuidado!».
Por fin le miró la cara, y ¿qué crees que le había ocurrido? Mira el dibujo a ver si lo adivinas.
«Pero ese no es el Bebé que cuidaba Alicia, ¿no?»
¡Ah, ya sabía yo que no le ibas a reconocer, aunque te dije que te fijaras bien! Sí señor, es el Bebé. ¡Y ahora se ha convertido en un Cerdito!
Entonces Alicia lo puso en el suelo y le dejó trotar hacia el bosque y pensó: «Era un Bebé feísimo; pero como Cerdo resultaba bastante guapo, eso creo yo».
¿No crees que ella tenía razón?
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